Algunas de estas técnicas son por ejemplo: Colocar los artículos y alimentos de primera necesidad al final del establecimiento para que tengamos que pasearnos por la mayoría de estantes en busca de ellos, seguro que antes de llegar al pan y a la leche, alguien cae en la tentación de comprar otro producto.
Otras buscan atraer los sentidos, la música lenta por ejemplo nos relaja y nos incita a hacer la compra más detenidamente, además, si os fijáis bien, a la altura de los ojos suelen estar los productos con un packaging más llamativos y con los precios más altos. ¿Qué se pretende? Llamar nuestra atención y que escojamos esos productos que el rabillo de nuestro ojo ha detectado.
También cada cierto tiempo, cuando el consumidor ya se conoce de memoria donde está cada producto muchos supermercados deciden cambiar todo de lugar de forma que los clientes nos volvemos locos buscando y tenemos que pasar por todos los estantes de nuevo.
Cabe mencionar una de las más eficaces, que es la que consiste en exponer snacks y productos con descuentos al lado de los mostradores donde están los cajeros, para que mientras hagamos cola, nos entren las ganas de comprarlo, se trata de un consumo impulsivo que todos hemos realizado alguna vez y la mayoría de las veces acabamos adquiriendo productos de lo menos saludable.
Estas tácticas han sido muy criticadas por expertos en sanidad ya que las culpan de promover la obesidad y han pedido que se limiten estas medidas de marketing en defensa del consumidor.
Su testimonio es el siguiente: "La mayoría de la gente no reconoce que el emplazamiento de los productos repercuta de alguna manera en sus elecciones o en su comportamiento alimentario (...). Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que la ubicación sí importa".
"Influye en nuestras decisiones de una manera que está fuera de nuestro control consciente y eso afecta a nuestras posibilidades de padecer enfermedades crónicas".
De hecho, estos expertos abogan por cambiar las reglas del marketing en los supermercados y que se coloquen los alimentos menos saludables en los lugares más lejanos o escondidos, es decir, utilizar las técnicas de marketing pero en lugar de para el consumo, para controlar la obesidad, ya que en la actualizad estas compras impulsivas no se hacen de forma racional.
La verdad es que sería una forma de darle al marketing una utilidad menos criticable y más humana, como en las campañas de concienciación, pero no ayudarían a las empresas a generar ventas que al fin y al cabo es el principal objetivo que estas buscan, por lo tanto, la idea podría ser utópica si no se crean unas leyes o una normativa que establezcan esto.
Por el momento, todos quedáis avisados de que los supermercados tienden trampas. Tenemos que pensarlo dos veces antes de comprar sin motivo por mucho que nos tiente el producto y de esta forma, estaremos venciendo estas estrategias y podremos sentirnos orgullosos de nuestra fuerza de voluntad.
No creo que sanidad deba meterse ahí; en todo caso debería preocuparse de dar una correcta educación sobre la salud y el cuidado físico (par eso esta la educación física en la enseñanza obligatoria, y no sólo para dar pataditas a un balón) para que luego podamos escoger nuestro propio camino.
ResponderEliminarY cambiando de tema, no hay táctica más vil que la de poner bollos de chocolate con una larga cola, para que te tires media hora mirándolos y te los acabes llevando :P. Hay otras, como el tipo de música (mal controlado en los establecimientos de mi ciudad), pues depende del ritmo de la misma la gente irá con más o menos calma.