domingo, 18 de septiembre de 2011

São Paulo. Una ciudad sin publicidad.

 ¿Os imagináis Nueva York sin una sola valla publicitaria? ¿Sin cárteles? En general, ¿ 
seriáis capaces de imaginar cualquier ciudad sin ninguna señal de publicidad exterior?


Sao Paulo antes del 2007
No hace falta imaginar. En la ciudad más grande de Brasil, la más poblada, el centro financiero del país y una de las ciudades más importantes respecto a temas empresariales y negocios, no hay publicidad exterior. Ningún cartel, ninguna valla, ningún autobús promocionando, ningún póster. Nada.

El nombre de la ciudad es São Paulo (San Pablo) y desde 2007 cuando fue aprobada la llamada lei Cidade Limpa (Ley Ciudad Limpia) se ha prohibido todo tipo de publicidad exterior. Una medida que en su momento fue aceptada por el 70% de la población.
Edificios después de la ley
Aunque claramente, no fue tan aceptada por las agencias de marketing y publicidad que perdían con la aprobación de esta ley, una audiencia 11 millones por lo que este sector ha calificado la medida como “irreal, ineficaz y fascista”.

El alcalde presentó esta ley al denunciar que la publicidad era contaminación visual. La gran metrópolis estaba plagada de carteles luminosos, de pósters de dimensiones enormes que distraían las miradas de los transeúntes y de los conductores. Además, otros pretextos que se utilizaban para defender la ley era el contenido provocativo (pues en Brasil se utiliza una publicidad más atrevida y sexual) y que se trataba de una publicidad racista con modelos siempre de piel clara y rasgos europeos.

 Y yo me pregunto, ¿es la publicidad simplemente contaminación o… es más bien cultura? ¿Una actividad que ya forma parte de nuestras ciudades y nuestras vidas? Una actividad arraigada a nuestro día a día.

                                                El antes y el después en esta ciudad brasileña

Mucha gente responderá que la publicidad no es necesaria, que se estaría mucho mejor sin ella y apoyará la decisión de esta ciudad. Una decisión que yo considero muy valiente dado los tiempos que corren y el dinero que proporciona este modo de promoción callejera, pero a mi modo de ver, la publicidad está ya muy arraigada en nuestra sociedad y de alguna forma da vida a las calles. Colorido. Entretenimiento. Más que nunca por las noches.

¡Qué triste sería Times Square sin sus carteles publicitarios y sus luces! No me quiero imaginar que atractivo tendría Picadillis Circus sin sus famosos carteles de Sanyo y Mc Donald’s o Las Vegas si por las noches no se iluminarán todas esas luces que llaman al espectáculos y que también forman parte del Marketing.

Times Square con y sin publicidad.
Liketing Picture

Edificios secos, grises, tristes…eso sería todo. Claro, que se apreciarían más los pequeños detalles de las ciudades pero también los pequeños defectos. La publicidad no solo vende sino que entretiene, divierte. Si probamos a recorrer un par de largas calles andando (una con publicidad y otra sin ella), os aseguró que esta última se me haría eterna, mientras que en una calle con carteles y con vallas, andas entretenido y ya de paso ¿por qué no? Adquieres información.

Hay formas y formas de hacer publicidad, no todas tienen porque ser negativas o dañinas. De hecho, la publicidad puede ser una forma de hacer arte. Y ese arte puede recorrer las calles deleitándonos en vez de contaminando.

Aún así, me parece que esta medida no será demasiado perjudicial para el mundo de la publicidad y sin embargo, ayudará a las empresas y a las agencias de publicidad y marketing a ser más creativos y buscar nuevos métodos que sustituyan dicha restricción. 

2 comentarios:

  1. "el aire que respiramos está compuesto por oxígeno, nitrógeno y... publicidad."

    El mundo no está preparado para vivir sin publicidad, aunque sea así de triste.

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  2. Acabo de estar en Nueva York en un hotel en el propio Times Square, el Marriot Marquis (Muy altamente recomendable), y no he sentido jamás la sensación de felicidad que he tenido cada vez que salía del hotel a Times Square, o cada vez que volvía. La luz era diferente, por la noche, por la tarde, por el día. Nos quedábamos embobados mirando a las superpantallas. Creo que puedo describirlo como algo parecido a cuando fui a Eurodisney. Se te pone una sonrisa en la boca. Podías estar horas sentado en las sillas rojas o en las gradas, tan sólo mirándolas. lo que me ratificó que: La publicidad aparte de todo, es bonita!!!

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