Hace unos
años era habitual obtener bolsas de plástico en casi cualquier tienda y por
cualquier compra. Resultaba muy útil pues las personas las acumulaban para
darles otro uso, por ejemplo como substitutas de las bolsas de basura,
mientras que a las empresas les servía como elemento de merchandising.
Sin embargo,
este reparto ilimitado de bolsas da lugar a un gran problema que nada tiene que
ver con la utilidad del mismo producto sino más bien con el efecto que éstas
generan. El plástico con el que se fabrican las bolsas tiene nocivas
consecuencias para el medio ambiente. De hecho, si alguna de estas
bolsas queda libre en la calle no se desintegrará probablemente hasta pasados 150 años y con ella
permanecerán sus efectos contaminantes.
Esta es la
razón por la que la mayoría de los supermercados ya no regalan bolsas sino que las venden.
Compañías de otros sectores también han comenzado a tomar conciencia y ponen a
la venta bolsas de tela que
pueden ser reutilizadas. Hay incluso quien decide premiar a los clientes que
traen sus propias bolsas con pequeños descuentos.
La última
medida y quizás las más innovadora ha sido la que ha realizado la agencia
londinense Mother al crear una serie
de bolsas amarillas cuyo diseño deja entrever sombras con siluetas de
armas, productos sexuales o drogas. Esto son meros dibujos que nada
tienen que ver con el contenido de la bolsa pero que hace que los portadores de
las mismas se sientan avergonzados.
Hay cuatro
diseños: el primero es el del “terrorista” que aparenta tener una granada y dinamita,
el segundo pertenece al “adicto al sexo” que contiene juguetes eróticos, el
tercero es el del “ladrón” con una pistola y un cuchillo. El último es
el del “drogadicto” con una jeringuilla.
Con esta
iniciativa Mother quiere que las personas dejen de utilizar bolsas de plástico,
aunque no lo conseguirán sino convencen a todos los comercios de que usen sus
diseños o sus ideas. De hecho, habrá a muchas personas a las cuales esto les
parecerá divertido.
De cualquier
forma, he de decir que es hora de tomar conciencia y de optar por la
reutilización de bolsas. Un céntimo por bolsa no va a parar el excesivo consumo de
bolsas, así pues, o se fomentan acciones que beneficien al consumidor
por reutilizar y reciclar bolsas (descuentos, regalos, promociones…) o se
debería aumentar el coste de las mismas e incluso hacerlas desaparecer (quien
necesite una que se compre la de tela) pues por muy cómodo que sea su uso, sus
consecuencias no merecen la pena.
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